¿Qué significa mi hija para mí?
“Yo andaba inserta en la bicicleta de deudas, esclavitud inocentemente aceptada… empezando mi matrimonio, viviendo el stress como parte natural de la vida, viviendo emociones sin nombrarlas, funcionando, amando pero más bien dormida a lo sagrado de la vida, cuando quedé embarazada sin buscarlo, me sentí privilegiada y regalona de la vida y me surgí en la poesía, pero prontamente la noticia de la partida, me enfrentó a un tránsito que modificó todos mis ritmos y todo mi mundo, a veces con dolor, a veces con resentimiento, a veces con odio, a veces con amor, a veces con locura y mi experiencia se volvió un grito y me enfrentó a mi fragilidad negada, a mi forma de respirar, a mi ser mujer en el mundo, a mi forma de vestir, nuevamente cambió el concepto de normalidad, reformuló mi fe infantil, me enfrentó a mi cuerpo y a mis relaciones…por eso ¿qué significa para mí, mi hija cometa? Un regalo, el más bello y doloroso de mi vida, gracias a mi mejor maestra, entiendo mejor mi paso por la tierra, la sacralidad de todos los instantes, la importancia de sentir de nombrar, y de mirarse las sombras y caminar con ellas, mi hija me recordó que todos somos uno, que casi todo en la vida es un milagro del gran espíritu que es acallado por una sociedad que no le interesa que sepas y crezcas, mi hija me reformuló las prioridades, me volvió más compasiva, más consciente, más feliz, hoy no sabría qué sería de mi sin mi hija volantín, y bueno ella se ríe pero también hoy es el color de pintura de uñas de mi cartera.
Te amo Trinidad.
Stefanía”
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¿Qué significa mi hijo para mí?
“Cada vez que mi hija Juanita -mi punto amado que aún no cumple los dos años- me da su manito, calentita, que se fija a la mía o a uno o dos de mis dedos, y camina segura comentándome lo que se le aparece en el camino, siento una emoción tan grande, que me es difícil no llorar.
Cuando mi ahijada más chiquitita, Sofía, me mira con sus ojos de duda al hacerle yo una mueca fea y luego deja su timidez y entendiendo la situación se ríe, siento una emoción tan grande, que me es difícil esconder lo desmesurado que es ese breve momento para mí.
Hoy, a varios años de la muerte de Benito, todos los momentos felices de la vida, toman un relieve inusual, desconocido para mí en su intensidad y frecuencia. Siempre he sido vulnerable al asombro e inquieta por las cosas que cuesta responder. Pero desde hace un tiempo, toda mi vida, casi en cada uno de sus minutos, la vivo bajo la perspectiva de su muerte.
Y vivir bajo la perspectiva de la muerte no es algo malo o negativo, si no justamente lo contrario: la presencia de la muerte, su recuerdo o su huella permanente, nos hace destacar todo lo que merece la pena amar en la vida. Vuelve sagrado aquello que antes veíamos como simplemente cotidiano. Y en ese sentido, ordena las cosas como siempre debieran haber estado ordenadas, nos lleva a lo esencial y original: la felicidad no está más allá. Está acá mismo, en el origen de cómo miras lo que te sucede y te rodea.
¿Qué fue Benito para mí? Benito fue un regalo de amor. Fue el hijo que me ha rodeado de vida, con su muerte. Su venida tan corta provocó un terremoto. Su condición inviable y su muerte fueron devastadoras. Nunca podré superar la pena y el dolor, que su muerte me produce. Porque como dice el poeta, fue mi sueño que se derrumbó, fue lo hallado, pasando. Todo frente a mis ojos y yo, sin poder hacer nada.
Pero no fue él, el terremoto aterrador. No fue él, el que me provoca dolor. Fueron sus circunstancias, las que lo rodearon, lo que fue y es devastador.
Es tan difícil separar el dolor que rodea a mi hijo, de su recuerdo mismo. Y eso provoca nuevamente pena. Pero hacerlo es un trabajo y un esfuerzo que hago y que debo hacer porque creo que su existencia se merece esa distinción; porque creo que él no debe cargar con ese estigma de provocarle a quienes más lo quisieron, solo tristeza, solo dolor. NO. Me niego aunque me cueste, a llorarlo siempre. Quiero llorar su muerte, no llorarlo a él.
Y por eso hoy le agradezco, con tanta infinitud, y rabiando con la limitación que las palabras nos imponen al no poder expresar a través suyo todo lo que siento por él, lo que soy. Le agradezco el percibir con más nitidez cada belleza que se nos atraviesa, cada humanidad, cada solidaridad, cada gesto de ternura, cada presencia amable que se nos presenta en nuestra vida.
Le agradezco hoy todo eso, y sé que mañana le voy a agradecer más. Porque su existencia crece conmigo dentro mío y me muestra cosas distintas cada vez, en cada etapa de mi biografía. Sé que soy la mamá que soy con su hermana, porque él me ha impulsado a serlo de esa manera.
Y sé también por eso, que ella, llegado el momento, también hijo, te va a querer agradecer. Te amo, sin ningún adorno.
Blanca, tu mamá.”
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Tu Cumpleaños n°5
…Una tarde subo a una alta loma, mire al pasado, sabrás que no te he olvidado…
Yo te llevo dentro Hasta La Raíz, y por más que crezca vas a estar aquí,
Aunque yo me oculte tras la montaña, y encuentre un campo lleno de caña,
No habrá manera mi rayo de luna que tú te vayas…
Natalia Lafourcade
Sigo viviendo entre el stress de la pega, en la culpabilidad de no cuidar a tus hermanos el tiempo suficiente, cada día sigo sacándome con unas pocas lágrimas la pena que dejaste cuando supe que llegarías, y que luego al poco tiempo te irías en cuanto respiraras un poco de aire.
No era justo, y ahora tampoco parece serlo. Tendrías 5 años, y estarías aquí conmigo, quizás tus hermanos no existirían, no al menos tal y como son ahora, tendrían otros nombres y otras personalidades, así como quizás habría sido tuya… Pero estarás aquí.
Como vez sigo pensando y soñando, creando tu personalidad, imaginándote, soñando con tu vida, sigo con muchos “habría”… sean pensamientos sanos o insanos.
Pienso en ti siempre, en tu suave gemido de gatito cuando naciste, en tu cara de duendecita, en tus facciones heredadas de tu papá, en la calma y paz de tu semblante…
Tu nombre existía antes que tú, era mi idea de adolecente, que mi hija tuviera un nombre fuerte, gigante e invencible para que nadie nunca la pasará a llevar, un nombre quizás un poco masculino para que nunca te tildarán de ser parte del “sexo débil”… y ahí apareció… Fernanda, y fuiste fuerte como yo pensaba que serías, fuiste más fuerte de lo que yo soy ahora.
Fernanda, mi Ferni… sigo, sigo y sigo y la vida también. Hace un año sentía que era un pecado mortal no estar contigo y llevarte flores, hoy ya es menos mortal, pero sigue siendo pecado.
Cuando te fuiste sentí que me habías convertido en mejor persona, que jamás volvería a maldecir o detestar a alguien, que sería la mejor mamá si tenía la oportunidad de serlo otra vez, que no le gritaría a mis hijos, que no los castigaría, que sería la madre más paciente y dulce del mundo, y ahora resulta que los sentimientos de rabia o molestia siguen aquí, cuando algo no me gusta, y si les hablo fuerte a tus hermanos cuando la paciencia se me va, y con eso, en este tiempo, entendí que no era esa tu misión, “volver a tu madre una santa”, tu misión al menos el día que naciste fue demostrarme que era imposible planificar, que no podía decidir yo cuando llegarías, solo aceptar que llegaste, y que no te quedaste…
Por eso se me ocurrió llamarte gitana… no eres de este lugar ni de ningún otro, y tampoco eres solo mía, eres y serás siempre de todos los que te esperábamos con tantas ganas y con tanto amor.
Ese amor no se ha ido, y no se irá nunca. Gracias por convertirme en mamá, en tu mamá mi Fernandita adorada.
Te ama, Tu mamá.
(Andrea).”