Palabras de acompañantes y acompañados/as

A cuatro años de mi hija cometa
Palabras de Stefanía C., mamá de Trinidad

“De mi familia más directa, sentí su acompañamiento y agradecí el silencio, nunca trataron de consolarme con simpatía si no con empatía, y sentí el mismo shock y duelo de esos abuelos y tíos de mi hija pajarito; sentí su impotencia pero no había como negar la experiencia pura de la muerte en mi vientre. Los tiempos internos y las emociones son tan fluctuantes, superpuestos entre sí, que cualquier palabra cae en un pozo misterioso… Lo que me salvó fueron los ofrecimientos de acompañamientos al doc, de preguntarme que quería hacer, y fue así como mis mejores recuerdos son de un día en que llegaron mis padrinos y dimos un paseo en la playa, sin palabras, solo caminando juntos. Podría decir que no hay consuelo, ese es un proceso interno, con ritmos inciertos por lo que cualquier invitación a otras salidas como adopción, tener más hijos, etc., etc., no respetan los procesos internos, y no se necesitan; en serio, porque uno sabe, y la luz renacerá sola cuando tenga que salir… en plena oscuridad no se requieren frases alentadoras, el aliento no viene de afuera, surge de las cenizas, pero para eso tiene que arder el fuego y aceptar el dolor, masticarlo, gritarlo.

Recuerdo un día a una semana de saber el diagnóstico que alguien me dijo sonriendo ‘Dios sabe por qué hace las cosas’. Perdoné esa provocación porque sabía que venía de una buena intención pero podría escribir eternamente de todo lo que le hubiese contestado, y eso que aún no me enfrentaba a la fe infantil que tenía en esa época, eso vino después cuando pude entender medianamente lo que estaba pasando.

Yo elegí vincularme con mi hija, ponerle nombre… por lo que hasta hoy agradezco que me saluden en el día de la madre, y sin duda lo que más agradezco es que mis cercanos entendieran que me tuve que desaparecer un tiempo y que ni pude ir a conocer las guaguas que nacieron en esa época porque no podía, tenía que pasar la etapa de la rabia, el miedo y la pena feroz de los primeros tiempos.

Por lo que si tuviera que decirle hoy a alguien que acompaña a quien transita por esta experiencia, la invitaría a hacerlo desde el silencio, desde el amor, reconociendo la propia ansiedad y las ganas de que esto no esté pasando, esos son ritmos internos, sagrados. Los que acompañan también los pasan… por lo que deben hacerse conscientes de sus propias emociones para no proyectarlas en los ‘acompañados’ y siendo honestos con ellas; una amiga me dijo ‘no sé cómo ayudarte pero aquí estoy’. A veces es lo único que hace falta escuchar, porque uno tampoco sabe, nadie, ni los doctores… de a poco a través de los años uno va sabiendo, por lo que claro que hay espacio para los errores, nadie es perfecto. Pero para aminorarlos, si pudiese recomendar algo sería ser honesto y conectarse desde el amor y la empatía; ¿podrías por un instante tratar de ponerte en mi lugar?, y si no sabes, si realmente te pierdes, pregunta. Aún en la noche más oscura nadie pierde el derecho humano a decir ‘no sé qué hacer pero estoy’, o ‘mira, no te preguntaré cómo estás pero te ayudaré a hacer las compras para la semana, llevar comida, ayudar a ordenar la casa’.
Son los pequeños gestos los que te ayudan a dar espacio a un dolor que es culturalmente negado, así que tu amistad es un regalo, y sí eres un familiar y por ende tienes un parentesco con ese bebé, también llevas tu propio dolor, y también lo podemos vivir juntos: el amor es lo único que en mi caso me salvó.

Acompañar es una invitación a caminar juntos en la oscuridad, hacerse amigo de las sombras, caminando siempre se llega a alguna parte, es una invitación, un desafío, aunque no podamos decirle aún con la certeza: ‘todo va a salir bien’ (esa sería una frase simpática pero no empática) pero sí algo así como ‘¿qué quieres hacer hoy?’. El presente es lo único que tenemos, y la experiencia de otros te puede dar luces de resignificaciones y ayudar, pero el resultado de todo este dolor es una opción personal y todos somos seres únicos, pero juntos, todo, hasta en las peores catástrofes, es mejor… Gracias por estar para esa mamá, papá o esa familia.”

A Fernandita
Carta a la hija de mi amiga

“Con tu mami nos conocemos más o menos de cuando teníamos 9 años, no vamos a decir cuánto de eso, así que podría ser como tú tía…

Un día tu mami me llama y me dice que después de casarse, se va con Gabriel a vivir a Perú…¡¡¡se iba mi amiga!!!…mi confidente, mi hermana.

En fin, después de unos meses y estando ya viviendo en Perú me avisa que viene de visita, así que agendamos al tiro un día para juntarnos, y ahí llegó la linda con bolso a dormir al dpto. Teníamos mucho que conversar, ponernos al día, contarnos mil cosas y entre todas las cosas que hablamos me dio la maravillosa noticia de tu llegada; ella estaba feliz, sus ojos se llenaron de lágrimas, ¡¡¡venía Fernandita en camino!!! Su bebita… al tiempo me cuenta que solo vendrías de visita, una visita cortita que sería solo una mirada, un par de suspiros, un millón de besos a tus papis y de ahí un angelito.

No supe qué hacer, ¿qué debía decir? ¿Por qué? ¿Por qué no? ¿Cómo se consuela? ¿Qué hago? ¡¡No es justo!! ¿Lo poder conversar? ¿No se enojarán? ¿No le dará más pena? Pero lo hice, lloramos con tu mami largo y después hablamos…me explicó todo con calma, paciencia, respondiendo todas mis preguntas, con mucha fortaleza. ¿Qué me pidió ella? Comprensión, apoyo, cariño, preocupación, no lástima, no pena, ayuda para salir adelante, que no los dejáramos solos, que lo tomáramos con naturalidad, que habláramos de ti, que no fuera un tema prohibido, finalmente que fueras parte de nuestras vidas.

El día que llegaste, me llamó tu tía Bárbara, iban camino a la clínica. Mi corazón estaba contigo y tus papitos, pero entendí que era un tiempo de ustedes, así que solo recé, solo pedí que Dios te acogiera en sus brazos. Al día siguiente fui a ver a mi amiga, la abracé y ella sólo lloro. Cuando al fin me habló, me contó cómo te había abrazado, cuánto te había besado, que aún tenia tu olor en su memoria….

Tienes unos papas maravillosos, una mamita increíble que te ama como solo una mamá ama. Hoy veo a Ignacio y Matilde y sé que tú estás siempre ahí, mirándolos, riendo, cuidándolos…”

 

De Paula a Andrea
Sobre lo vivido. Fragmentos del testimonio de una amiga de la madre

De cómo viví el proceso, desde la noticia del diagnóstico de inviabilidad. Andrea es como mi hermana, así que Fernandita es como una sobrina más…Mis sentimientos eran de impotencia, pena, y mucha preocupación por mis amigos, cómo iban a superar esta pérdida tan grande. La incertidumbre de lo que podía pasar era muy grande, pero siempre con mucha fe que ellos iban a saber salir del dolor y hacer algo bueno de él.

De lo que intenté transmitir. Trate de apoyar lo más posible, hablando para saber cómo estaba, viendo crecer su guatita y que las veces que nos juntábamos estuviéramos entretenidas y contentas en la medida de lo posible, y que si Andrea quería hablar del tema, que si quería llorar o explotar supiera que podía hacerlo, que había un espacio de contención en nuestro grupo de amigas. Siempre traté de estar presente sin ser invasiva… pero tal vez no estuve tan presente como debiera. Es la duda que siempre he tenido, si hay algo más que pudiera haber hecho por mi amiga. Es el tipo de situación en la que uno no sabe qué hacer, como ayudar.

Sobre la hija y lo vivido, hoy. La Fernanda siempre es recordada, especialmente en su aniversario. Ella es una hija más de mis amigos y es parte de la familia, está presente en nuestros pensamientos. … pienso en lo vivido, es parte de nuestras vidas. Es un evento que nos marcó para siempre. Cuando pienso en la Fernandita, pienso en un angelito que está en el cielo cuidando a sus papás y hermanos que son una familia maravillosa.”

Agradecemos a todos quienes nos dieron su amor en momentos difíciles y a quienes están leyendo esto ahora y apoyarán a los suyos en tiempos críticos de la vida.

Los y las invitamos, a escribirnos cada vez que quieran o lo necesiten a nuestro correo electrónico contacto@amparos.cl. Si quieren compartir su propio testimonio, si tienen dudas, si necesitan consejos o palabras de apoyo, cuenten con nosotros. Intentaremos, siempre desde la humildad, ser un aporte en sus pensamientos y reflexiones a partir de lo aprendido por nuestra propia experiencia, y que creemos, es lo que debiera permanecer al origen de todas nuestras acciones.